Heme aquí, sentada en la soledad de mi habitación, tratando de ser fuerte y de tomar una decisión:
Dejar de ser obesa, abandonar mi adicción al azúcar.
No son decisiones fáciles, provengo de una familia de obesos, en la cual el ser gordo se considera un signo de salud y de bienestar, donde si no estás comiendo hasta hartarte estás enfermo o eres un mal agradecido con la vida.
No sé tener una relación sana con la comida, no puedo controlar las ganas de estar constantemente masticando algo. No como porque tengo hambre, como por que hay comida, porque debo hacerlo, porque estoy triste, me siento sola, estoy ansiosa, esperando alguna cosa, o simplemente, porque estoy aburrida.
A lo largo de los años he intentado numerosas veces empezar una dieta, hacer ejercicio, bajar de peso con pastillas, tés milagrosos y hasta acupuntura, pero ninguna ha dado resultado, puesto que en mi cabeza, la obesidad perdura, podría decirse que mi cerebro continúa siendo gordo.
Este es el inicio de una nueva batalla, de una nueva lucha. Espero poder llegar a mi meta...
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